Para el habitante que vivía en Linares, la Guerra del Pacífico (1879 – 1884) era lejana. El 21 de mayo de 1879 en Iquique quedaban los considerados barcos más débiles de la escuadra chilena, la Esmeralda y La Covadonga se encontraban manteniendo el bloqueo del entonces puerto peruano, desde el cual se exportaba el salitre. 

Entre los hombres a cargo del bloqueo estaban tres habitantes de Linares, mientras, el resto de la flota de guerra, comandada por el Almirante Juan Williams Rebolledo, zarpó rumbo al puerto peruano de Callao para atacar allí a los acorazados de la marina del Perú. Sin embargo, esa incursión fue un error, pues cuando llegaron, el enemigo ya había zarpado. Informado, el presidente del Perú, Mariano Ignacio Prado, ordenó a sus dos poderosas naves romper con el bloqueo y capturar o destruir a los barcos chilenos.

Según testimonios de la época luego de siete días se supo lo ocurrido en el norte, en telégrafo y a través del correo de mensajeros a caballo corría la noticia, sin mucho detalle. Tiempo después del 21 de mayo de 1879 se conoce que un joven de 22 años de edad nacido en Linares combatía a bordo de la Esmeralda en Iquique y que un joven médico nacido en Linares era prisionero de guerra luego del hundimiento de la Esmeralda. En Punta Gruesa, otro soldado de linarense con su fusil defendía su nave.

JOSÉ EMILIO AMIGO ARRIAGADA

José Emilio Amigo Arriagada, linarense que buscó una mejor vida enrolándose en la armada casi siendo un niño rindió la vida como su comandante Arturo Prat, cumpliendo con el deber de socorrer hacia área segura a los heridos de cubierta.

Luego de un tiempo los padres de José Amigo Arriagada logran saber la suerte de su hijo. El enrolamiento en esa época no estipulaba la concesión de beneficios previsionales para los ex soldados o sus familiares sobrevivientes, la familia del soldado vivió el dolor, miseria y desolación en el hogar por su ausencia. Debieron demostrar en 1882 que efectivamente era su hijo para recibir un montepío como familiares de uno de los héroes muertos como parte de la dotación de la corbeta Esmeralda. Su nombre pasó rápidamente al olvido en el entonces polvoriento Linares.

GERMÁN SEGURA GONZÁLEZ

El más reconocido fue Germán Segura González, quien con 23 años de edad y terminando sus estudios de medicina ingresó a la Armada en 1879 para ser ayudante del médico de la Esmeralda, debió atender a los heridos durante el combate, aferrado a algunos palos de la embarcación es rescatado por los enemigos, convirtiéndose en prisionero de guerra. Según relatos habría engañado al Almirante Grau al entregar un dato errado sobre la velocidad de la nave chilena Covadonga, que en Punta Gruesa, derrotó a la embarcación peruana Independencia.

En 1880, Germán Segura recibió el recibimiento de héroe en Linares, tiempo después se integró a la sociedad linarense, pasando a ser un influyente ciudadano que pasaba sus días entre Santiago y Linares.

Ejerció la medicina, desarrollando una intensa vida política, como regidor y alcalde de la reciente fundada ciudad de Victoria en la actual Región de la Araucanía. Fue presidente de la Sociedad de Veteranos de la Guerra del ’79, muriendo en Linares en el año 1920 en calle Independencia esquina Lautaro 588.

Se le recuerda como un hombre público, que brindó sus mejores esfuerzos a los demás, su figura fue muy reconocida y valorada como “héroe de la ciudad” enfrentando los problemas sociales de la época como el alcoholismo y las epidemias de principios del siglo XX. El doctor de la Esmeralda, fue el más reconocido de los héroes de la Guerra del Pacífico en Linares mientras estuvo vivo, en la actualidad un abandonado e incompleto monolito lo recuerda en la plaza de armas de la ciudad, sus restos descansan en el Monumento de la Plaza Sotomayor en Valparaíso.

JOSÉ ANTONIO CASTRO

Mientras en Iquique la “Esmeralda” se enfrentaba al “Monitor Huáscar”; la “Covadonga”, se batía con la “Independencia” y, ahí estaba un linarense fusil en mano bajo las órdenes de Carlos Condell, era el soldado José Antonio Castro quien, iniciada la refriega, junto a sus compañeros evitaban con sus disparos que los cañones de la embarcación peruana Independencia apuntaran a la Covadonga.

Don José Antonio Castro, obtenía en este combate la primera de tres medallas obtenidas en la Guerra del Pacífico. Con posterioridad pierde uno de sus brazos en la campaña a Lima. Luego de algunos años, a la edad de 36 años, el 20 de marzo de 1888, se le concede la cédula de invalidez, dejando la actividad militar para integrarse a la civilidad en Linares.

El “pago de Chile” se hace presente. Recién en el año 1906, según consta en el libro “Recompensas en Bonos año 1906” del Archivo General del Ejército se le reconoció la deuda del Estado de Chile, recibiendo una pensión vitalicia equivalente a las dos terceras partes del sueldo como militar activo. El 19 de marzo de 1922, a la una de la tarde muere de tuberculosis en su casa de calle Rengo 1573 con el grado de sargento.

La situación vivida por José Antonio Castro es el claro ejemplo manifestada por ciertos círculos que definían la Ley de Recompensas como “una mala broma para los veteranos”, que debían enfrentarse a “la maraña burocrática del Estado”. Su descendencia aún vive en Linares orgullosa del heroísmo en la guerra y la fortaleza de este linarense.
Imagen: Hundimiento de la Esmeralda durante la batalla de Iquique. Óleo de Thomas Somerscales.

Por Editor

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